En esta oportunidad quiero hablar sobre cómo el plástico y la inteligencia artificial (IA) han transformado el mundo de manera análoga.

El plástico revolucionó la fabricación y el diseño industrial gracias a su eficiencia, adaptabilidad y capacidad para generar productos novedosos, pero también trajo problemas ambientales. De forma similar, la IA está reconfigurando la forma de trabajar, creando herramientas personalizables y soluciones innovadoras, aunque plantea riesgos como el desplazamiento laboral y un impacto ambiental.

La comparación sugiere que, al igual que el plástico no reemplazó por completo a los materiales naturales, la IA no sustituirá todo lo existente, sino que se sumará como un recurso poderoso que debemos usar con responsabilidad. El desafío será aprovechar su potencial para construir un mundo más creativo, humano y equilibrado.

Al reflexionar sobre el futuro de la IA, debemos recordar que, al igual que el plástico, la IA no reemplaza todo lo que existía antes; es un nuevo color en nuestra paleta, un nuevo material en nuestro taller. Nuestro trabajo es aprender a manejarla con destreza para crear un mundo que no solo sea más eficiente y productivo, sino también más vibrante, más creativo y, fundamentalmente, más humano.