Formas de pensar

Walter Riso define las mentes rígidas y las mentes flexibles, apoyándose en éstas últimas como la mejor opción.


Las mentes rígidas son inmóviles, monolíticas, duras como las piedras e impenetrables, porque con el paso de los años la experiencia y el conocimiento se han solidificado de manera sustancial e irrevocable. Su estrategia de supervivencia es el conformismo cognitivo: no se permiten dudar de sí mismas y aborrecen la crítica y la autocrítica. Por su parte, las mentes flexibles se parecen más a la arcilla. Poseen un material básico a partir del cual obtienen distintas formas: no son insustanciales (como podría serlo una mente líquida: sin principios ni convicciones), pero tampoco están definidas de una vez por todas como las mentes pétreas.
Las mentes flexibles pueden avanzar o retroceder, modificarse, reinventarse, crecer, actualizarse, revisarse, dudar y escudriñar en ellas mismas, sin sufrir trauma alguno. Asimilan las contradicciones e intentan resolverlas; no se aferran las tradiciones ni lo niegan, más bien las asumen de una manera constructiva sin perder la capacidad crítica. Las mentes abiertas muestran una fortaleza similar a la analogía que el taoísmo hace con el bambú, de quien se dice que es elegante, erguido y fuerte, hueco por dentro, receptivo y humilde, se inclina con el viento pero no se quiebra.
Para los seguidores de Lao Tse, la suavidad y la flexibilidad están íntimamente relacionadas con la vida, mientras la dureza y la rigidez están asociadas a la muerte. ¿Cómo hacer que nuestros niños no se eduquen con una mentalidad fundamentalista (mis ideas no son discutibles), dogmática (soy dueño de la verdad) y oscurantista (miedo a la cultura/información)? El mejor camino es promocionar y fomentar los componentes psicológicos opuestos a la rigidez: análisis crítico (disposición a revisar las propias creencias y confrontarlas con la realidad y/o la lógica), complejidad cognitiva (ser capaz de utilizar toda la información relevante para comprender los hechos), humor/lúdica (aprender a no tomarse muy en serio a sí mismo), inconformismo (ejercer el derecho a la desobediencia razonada y razonable), imparcialidad (no discriminar a las personas) y pluralismo (aceptar las diferencias civilizadas y convivir con ellas sin reprimirlas ni ofenderse).
El paso de la rigidez a la flexibilidad es un síntoma de madurez y crecimiento personal. Es pasar de una mente primitiva, a una más evolucionada; de un sistema de acción limitado, a un funcionamiento óptimo; de una mentalidad estancada, a una fluida. Si no eres capaz de escudriñar en tu mente hasta las últimas consecuencias y sin autoengaños por miedo a lo desconocido, estarás transitando el camino de la involución. ¿Qué hacer? Volver añicos la resistencia al cambio y renacer como una supernova. Dejar que la libertad transite descaradamente por tu ser de punta a punta.

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