Estrategia populista que distorsiona el paro real

La reforma laboral, impulsada con la intención de reducir la temporalidad y fortalecer la estabilidad laboral, ha puesto en el centro de la polémica una figura contractual que, lejos de solucionar problemas, parece haber generado más: los contratos fijos discontinuos. Desde su implementación, este tipo de contrato ha añadido una preocupante opacidad a las estadísticas de empleo, al punto de que su impacto ha sido calificado como una multiplicación del "paro fantasma".

Crecimiento explosivo y polémico

El número de fijos discontinuos inactivos ha crecido de forma alarmante desde la reforma, pasando de 230.972 en mayo de 2022 a 781.240 en noviembre de 2024. Este incremento, de casi cuatro veces, ha coincidido con una reducción de los parados registrados en el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE), generando dudas legítimas sobre si el Gobierno está maquillando las cifras oficiales de desempleo. Según estimaciones, si estos trabajadores inactivos se contaran como parados efectivos, el número total de desempleados ascendería a 3,36 millones, muy por encima de los 2,59 millones reportados oficialmente.

Desempleo 'oculto' sin transparencia

El concepto de desempleo oculto, ahora exacerbado por los fijos discontinuos, no es nuevo. Sin embargo, la reforma laboral ha convertido a este colectivo en el principal responsable de la disparidad entre las cifras del SEPE y la Encuesta de Población Activa (EPA). Mientras el SEPE excluye a estos trabajadores de sus estadísticas oficiales de paro, la EPA los incluye solo si buscan empleo activamente. Esto genera un vacío estadístico y dificulta la comprensión real de la situación laboral del país.

Consecuencias negativas para trabajadores y mercado

Lejos de ofrecer estabilidad, los contratos fijos discontinuos han incrementado la precariedad. Estos trabajadores no solo enfrentan ciclos de inactividad más frecuentes, sino que su índice de volatilidad laboral supera incluso al de los contratos temporales tradicionales. Además, apenas un 15% de ellos accede a prestaciones por desempleo, lo que pone de manifiesto la debilidad de la protección social asociada a este régimen.


El silencio administrativo y las dudas sobre la gestión

A pesar del compromiso de la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, de publicar estadísticas detalladas sobre los fijos discontinuos inactivos, los datos siguen siendo insuficientes. Este vacío de información no solo refleja una falta de transparencia, sino que también alimenta las críticas sobre una gestión que parece más enfocada en presentar cifras políticamente convenientes que en abordar las verdaderas necesidades del mercado laboral.

Conclusión: un modelo fallido

La creación de la figura de los fijos discontinuos ha demostrado ser una solución inadecuada para los problemas estructurales del empleo en España. No solo ha agravado la precariedad laboral, sino que también ha distorsionado las estadísticas de paro, erosionando la confianza en las cifras oficiales. Es urgente replantear este modelo y priorizar políticas que garanticen empleo estable y una representación fiel de la situación laboral.